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Uno chef al quattordicesimo piano
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Yoani Sánchez, da La Habana
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José Andrés giunse a LA Habana nel migliore e nel peggior momento dell’anno. Uno dei più famosi chef del mondo bussò alla porta della redazione al 14 ° piano lo stesso giorno in cui Barack Obama si separava dal popolo cubano. La carenza dei mercati non fu un ostacolo, ma un incentivo per questo asturiano che si muove nello stesso modo sia nelle cucine glamour di Washington DC che intorno di una stufa a legna nella poverissima Haiti.
Tra le sue dita, ogni ingrediente si trasforma in pura magia. “Che avete?” , chiese. E la risposta rifletteva questo periodo di scaffali vuoti nei negozi. Senza dubbio, l’arte della cucina è precisamente combinare quello che c’è, la capacità di convertire quel poco che si ha tra le mani in qualcosa di meraviglioso per il palato.
A Cuba è necessario essere più alchimista che cuoco per preparare un piatto gustoso.
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Lì stava, nella sala della nostra redazione, questo Paracelso delle cucine. “Che avete?” chiese di nuovo. Molto poco. Dall’inizio dell’anno, con i prezzi imposti che Governo ha imposto in molti mercati agricoli e l’assenza di mercanzia nei negozi in cui si può acquistare in pesos convertibili è difficile da acquistare da un cavolo a un chilo di pollo. Sulla mensola, un pacchetto di avena russa, vinta nel 2010, illuminò gli occhi di José Andrés. “Con questo faremo qualcosa”, si vantò.
Unì elementi – alcuni li aveva comprati di nascosto nelle strade habaneras – li fece saltare, li mescolò ed uscì dalla cucina con un piatto fumante e unico. Il grande chef era salito fino al nostro 14 ° piano per creare una cena indimenticabile in una giornata storica.
18 aprile 2016
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Un chef en el piso 14
José Andrés llegó a La Habana en el mejor y en el peor momento del año. Uno de los más famosos chefs del planeta tocó a la puerta de la redacción de 14ymedio el mismo día en que Barack Obama se despedía del pueblo cubano. El desabastecimiento de los mercados no fue un obstáculo, sino un incentivo para este asturiano que se mueve lo mismo en las glamurosas cocinas de Washington DC que alrededor de una hoguera de leña en la paupérrima Haití.
Entre sus dedos, cada ingrediente se vuelve pura magia. “¿Qué tienen?”, preguntó. Y la respuesta reflejaba este periodo de anaqueles vacíos en las tiendas. Sin embargo, el arte de la cocina es precisamente combinar lo que hay, la capacidad de convertir lo poco que se tenga a mano en algo maravilloso para el paladar.
En Cuba se necesita ser más alquimista que cocinero para lograr un plato sabroso.
Allí estaba, en la sala de nuestra redacción, este Paracelso de los fogones. “¿Qué tienen?”, volvió a preguntar. Muy poco. Desde principios de año, con los precios topados que el Gobierno ha impuesto en muchos mercados agrícolas y la ausencia de mercancías en las tiendas en pesos convertibles es difícil comprar desde una col hasta una libra de pollo. En el estante, un paquete de una avena rusa, vencida en el año 2010, iluminó los ojos de José Andrés. “Con esto vamos a hacer algo”, se ufanó.
Unió elementos ‒algunos que había comprado por la izquierda en las calles habaneras‒ salteó, revolvió y salió de la cocina con unos platos humeantes y únicos. El gran chef había subido hasta nuestro piso 14 para crear una cena inolvidable en un día histórico.
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